Por Luis Peralta
CRANSTON, RI—La obra artística o literaria, puede fragmentar el estado de ánimo del lector o espectador, tornando sus sentimientos o el acto de pensar, en un accionar complejo y constante. En el caso de una composición poética, los versos son modelados respondiendo a la necesidad de hallar la esencia y claridad reveladas en el lenguaje; son sus símbolos y metáforas quienes nos revelan la intención comunicacional del escritor. Una poesía intelectual emana no sólo de las gotas de pensamiento, sino también de la belleza gráfica y de la musicalidad ósea de las palabras. Pero no toda la poesía es lenguaje, si pensamos en éste partiendo del interés en construir una estética; en la poesía de Xiomara Taveras habitan, melodía y descarga de imágenes repletas de realidad que contextualizan como sujeto de la escritura la experiencia única de la autora. No existe un blindaje que encarcele el discurso poético, sino que más bien, ella nos intenta transmitir, la persistente sensación de un cúmulo de experiencias amatorias que resisten—a través de su memorización—el embate de cierto golpeo de tiempo histórico, que podría ser eso a lo que llaman olvido.
De ahí que, acogiéndome a la noción de la poesía como instrumento de la realidad, no creo que necesitemos asumir la experiencia escritural de Xiomara Taveras, a partir de la estructura del lenguaje, ni verla desde el punto de vista histórico, a no ser que acordemos reducir esa concepción a la contextualización de la autora como sujeto de la escritura. Saquemos también de contextualización, la presencia-sujeto del lector como objetivo del quehacer poético, y veremos que en Xiomara saltan—incontenibles—pedazos de vida, razón por la cual su poesía se acerca tanto a nosotros, ya que la autora expone su realidad vital con una franqueza excepcional. Leamos por ejemplo, estos versos de su poema titulado “Como olvidar el día que te conocí” (página 16):
“Cómo olvidar esa mirada tan tierna
esa sonrisa cautivadora, tus palabras
que al ser expresadas removían emociones
que me hacían sentir más que mi piel
desatando así un volcán de pasiones
Que al sólo hecho de tenerte cerca
se estremecía mi cuerpo
mis pupilas brillaban como dos luceros
mi estómago se llenaba de maripositas
mi respiración se hacía lenta….
… mis piernas empezaban a temblar
mi voz se quebraba y el nerviosismo de mis dedos me delataba
¿Cómo olvidar el día que te conocí?”…
En uno de sus mejores poemas, por el ritmo interno de los versos, por la techumbre de las palabras, y por la serenidad y certeza de su flecha poética, la autora desenvaina imágenes fuertes, donde su soplo vital se desangra a borbotón para describir la angustia e incertidumbre causada por la lejanía del amor. El poema se titula “Destierro” (página 42):
“Hoy es un día de esos
en que la soledad embriaga mi alma
en que la tristeza habita mi vida y
la melancolía se apodera de mí
Hoy es un día de esos
en que no escucho el sonido del viento y
el cantar de las aves agudiza mis silencios
Hoy no siento, ni río, ni padezco
soy como un barco a la deriva
sin timón ni capitán, a la espera de un jamás
Hoy es un día de esos
en que renuncio a la felicidad
porque el amor parece haber olvidado que aún existo y
tengo derecho a amar
Como un velero en alta mar
trato de buscar un sonido en la distancia
quizás una esperanza
que me devuelva las ganas de creer
que aún puedo volver a querer
Hoy es un día de esos
en que me cuesta respirar, quizás
para no llorar, y a pesar de que no estás,
tengo la sospecha de que algún día llegarás.”
Sin embargo, cuando los versos parecen acercarnos al desamor, Xiomara no nos deja atrapados en la experiencia que desgarra el alma, haciéndonos conocer por lo contrario, las pasiones que el oleaje del amor desembarcó en su cuerpo; nos muestra las rejas que sitian el espíritu y la intemperie en que nos sume la pérdida del amor físico que le desgranó los sentidos en su consumación, pero también el pedazo de cielo por donde excarcela la angustia de la ausencia. Su poema titulado “Intocable es tu lugar” (página 22), tiene esa virtud liberadora:
“… me quedo con el verde de tus ojos
con el olor de tu piel
que me acompañaba al amanecer
Me quedo con tu alegría, que también fue la mía
me quedo con las noches, los días que viví junto a ti
porque con ellos fui inmensamente feliz
Contigo olvide respirar
para que tu aire fuera sólo mío
contigo volví a vivir, a sentir…”
A mi me gusta su poesía, y sé que a cada uno de ustedes que tenga la oportunidad de leer su libro, le gustará encontrarse con una poesía fresca, atrevida y limpia de retórica, con la cual Xiomara Taveras nos muestra su subyugante experiencia amatoria. Más que una complejidad lingüística sin sustancia, abrazo la valentía y autenticidad de sus versos.
Erótica
(Página 94)
A punzadas me clavas
como espinas
me hieres excitando mis ganas
Me cubres con tus gemidos
recorres entre el sudor y escalofríos
todos mis sentidos
Arrullándome con el silencio de tu sollozar
queda adormecido mi cuerpo
bajo el caliente de tu piel, haciéndome temblar
con un suspiro infinito
me elevas hasta decir basta ya
Entrelazados por el venir del placer
bebes de mi piel el dulce amargo que destilan mis poros
velas mi desnudez con tal candidez
que me renuevas el deseo de empezar otra vez
Ver tanta dulzura al contemplarme
pido a Dios no morir para volver a besarte
poder tocarte todos los días hasta que el cuerpo aguante
Agonizando te paseas por mi vientre
hasta conquistar mis entrañas
que te siente venir, llegar y partir como si nada
haciéndome vibrar hasta derramar lágrimas.
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Título: Retazos…esencia de mi alma
Autora: Xiomara Taveras Henríquez
Pp: 118
Editorial Ecce Búho, 2009
ISBN: 0-9672593-7-1
New York, NY
(xiomarataveras@hotmail.com)
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